lunes, 27 de junio de 2011

Aventuras de la Ciudad de México. Cap. 1 Caminar por las banquetas

Pocas ciudades he conocido en mi vida con peores banquetas que las nuestras. Es toda una aventura tratar de conservar el estilo y equilibrio mientras tratas de cruzar rampas de diferentes inclinaciones, según el gusto y uso del auto que se estacione en cada cochera.

Está también la libertad decorativa que permite que en una misma colonia tengas adoquín, ladrillo, cemento o hasta una mezcla de piedra volcánica con mosaico cada cierta distancia. Eso complica también la tracción y agarre del transeúnte. Si a eso le sumamos lluvia o la bonita costumbre de regar las banquetas, hay un factor resbaloso adicional.

Ahora, alguien se preguntará ¿qué es eso de regar las banquetas? Una tradición chilanga que no sé si ha dado pie o sólo coincide con el nacimiento, arraigamiento y necesidad brutal por sobresalir, de diferentes árboles, plantas y raíces. Generalmente empezamos por un arbustito, que va creciendo, estorbando y echando unas raíces tales que terminan por romper la banqueta y dejarla así:

Claro, un obstáculo más a sortear por quien decidió caminar.

Ahora, sumen a todo lo anterior unos tacones de 10 cm y reciba un aplauso quien lo logre sin fracturarse un tobillo.