miércoles, 20 de abril de 2011

¿por y para qué?

Siempre he estado un poco en contra de que haya un manual que dicte la forma correcta de usar twitter, o cualquier red social. Me parece que al final son espacios cuyo éxito radica precisamente en que cada quien les da el uso que se adapte a sus gustos y necesidades. Sin embargo, si creo que el estilo adoptado refleja mucho de intereses, costumbres e incluso idiosincrasia.

Al final, cada quien va encontrando coincidencias, intereses, relaciones e incluso, por qué no, amistades. Las redes sociales se vuelven una poderosa herramienta de interacción, acceso a gente e información que tal vez de otra manera ni siquiera tendríamos idea de su existencia.

Ejemplos, hay miles. Desde celebridades que se hacen de millones de seguidores que creen que ya establecieron un vínculo y con un poco de suerte obtienen una respuesta, un retwitt o una mención, hasta ciudadanos comunes y corrientes que en un hecho relevante pueden convertirse en fuente primaria de información.

Triste caso, cuando esta posibilidad se convierte en una excepción.

A raíz de los incidentes en Japón, y un poco harta del tono informativo de nuestros queridos noticiarios de televisión, empecé a seguir a Aurelio Asiain, que si bien dista de ser un ciudadano común y corriente, tampoco es una “celebridad”, ni un “líder de opinión” de esos que en México se veneran. Es alguien con una espectacular trayectoria en las letras, pero más allá de eso es un mexicano viviendo en Japón, recibiendo de primera mano las noticias y transmitiéndolas en un lenguaje y tal vez sentimiento que nos debería ser afín y hasta fácil de entender. Decidí no replicar cada una de sus informaciones pensando que sería inútil porque todo mundo lo leería, incluyendo cuando corrigió a Joaquín López Doriga por publicar una nota de fecha anterior cuya información ya había sido actualizada. Después me di cuenta de que tiene sólo poco más de 12 mil seguidores. Y si, digo sólo, porque hay quienes como Joaquín López Dóriga tiene más de 300 mil o Carlos Loret de Mola más de 700 mil. A ellos nos expone si o si la televisión, pero se supone que en twitter la elección es más libre y más nuestra ¿no?

Otro caso, que para mi es reflejo de lo que hacemos en México con twitter, es el conflicto en los países árabes. Conozco creo que sólo una persona en este país que puedan hablar con cierta autoridad de lo que pasa en esas tierras, la verdad es que para nosotros es difícil entenderlo porque es un tema de historia, tradición, cultura, que nos son muy ajenos y que trascienden por mucho a una coyuntura política que con acercarse a una frontera (perdón Sr. Loret de Mola) se expliquen.

Periodistas que me parece que son mucho mas responsables de su papel, como León Krauze, se han acercado a estas fuentes, a personas que desde el anonimato han dado su punto de vista sobre un tema que conocen, que les llega y les duele. Pero, por alguna razón que no debería coincidir con los gritos indignados que pegamos ante la poca calidad de los antes mencionados, Krauze no pasa de los 140,000 seguidores.

Pero, esa fuente primaria, que informa y actualiza lo que sucede diariamente tras llamadas telefónicas a Damasco, ¿saben cuántos seguidores ha ganado en el proceso? Algunos europeos, me parece que un par de canadienses, algún argelino. ¿Mexicanos? Ni uno, al contrario... Se ha ganado varios unfollows.

Eso si, nos distinguimos por la protesta de escritorio, por la queja generalizada y por nuestros trending topics como "nombres para la menstruación", "palabras horribles", “Canciones de la Panocha” y "Ernesto Laguardia" (que como no sea por una retransmisión de Quinceańera no sé cual sea su relevancia).

Entonces, en este país tan ávido de información, que tanto clama por ser tratado con madurez, ¿como para qué usamos twitter?