Como un comentario intrascendente durante una sobremesa, leí la publicación de una revista de sociales. Lo primero que me resultó “incómodo” fue la persona que “retwitteó” la nota, esperaba un poco más de nivel en la conversación.
Pero la reacción inmediata de quienes compartían la mesa conmigo fue la que realmente me preocupó e incluso me puso a pensar. Inmediatamente, todos tomaron sus smartphones para buscar el origen de la información.
Dos cosas sucedían en paralelo: Ricky Martín declaraba su homosexualidad y el Procurador de Justicia del DF comparecía frente a la Asamblea Legislativa. Absolutamente nadie buscó la segunda información.
De inmediato también las redes sociales se llenaron de la noticia, de verdad pareció que fuera algo que iba a cambiar el rumbo de la historia… casi como si se hubiera caído la bolsa, hubiera renunciado un Secretario de Estado, se hubiera aprobado una polémica ley. Pero no, cuando esas cosas suceden nadie se inmuta, nadie pregunta, nadie averigua.
Luego, nos preguntamos por qué este país no avanza, por qué no salimos de donde estamos, por qué no tenemos un gobierno progresista, efectivo, que resuelva los grandes males que nos aquejan como sociedad, como país, como ente productivo, como todo eso que deberíamos ser.
Para mí, esta demostración de prioridades lo responde. Simplemente porque NOS VALE MADRES. Porque reaccionamos más ante el pan y el circo que ante lo que realmente debería ser nuestro compromiso y nuestra responsabilidad. Después nos vamos a ir a quejar, si de ese pinche gobierno que no hace nada, de los impuestos que pagamos, de los legisladores que no nos representan, de todo eso que nos merecemos porque nosotros los pusimos ahí.
De pronto me preocupan las cosas que nos hacen reaccionar, me asusta darme cuenta de que la fuerza que este país necesita para realmente salir adelante está, en el mejor de los casos, aletargada en su sociedad.
Que el problema parte de la educación, si tal vez, pero sobre todo parte de la voluntad, del compromiso y de dejar la “comodidad”.
Desde mi muy particular punto de vista, los gobernantes están ahí para resolver los problemas, al menos para atenderlos, pero tampoco nos lavemos las manos, nosotros los ponemos ahí, nosotros les otorgamos esa representación, nosotros les deberíamos pedir que nos rindieran cuentas. Ni siquiera tenemos claro a quién le dimos el trabajo ni cuáles son las atribuciones que debería cumplir.
¿O sí? ¿Antes de votar revisamos los antecedentes de un candidato? ¿Entendemos cuál es el puesto al que aspira, sus implicaciones y si está calificado para ello? ¿Estamos al tanto de lo que pasa en un periodo de sesiones del Poder Legislativo, qué leyes se aprueban, al menos cuántas de ellas y quiénes participan en tribuna? La experiencia me dice que no, que nos basta ir a cruzar el escudo de un partido que nos suene atractivo, en el mejor de los casos el nombre de un candidato… y luego nos sorprendemos de su desempeño.
Y luego, nos preguntamos…