lunes, 13 de abril de 2009

ags - df en 5 hrs

6:00 pm me dejan en el aeropuerto… ¡para un día que se les ocurre salir temprano de la pista!

7:00 pm tras una hora sentada en una cafetería sin que ni un mesero me pele procedemos a la sala

8:00 pm nos avisan que, por el tráfico aéreo en la Ciudad de México, vamos a salir hasta las 9:00 pm

9:03 pm finalmente despegamos

9:15 pm nos ofrecen una cerveza que nos cae de maravilla, con unos cacahuates que suena como rebotan en el estómago vacío

9:30 pm nos avisa el capitán que, como sigue el tráfico aéreo, nos mantendrán en “posición de espera” unos 15 minutos sobre Querétaro, lo cual significa dar vueltas en el aire. Yo lo que pienso es que seguramente a esa altura andan mis chavos y que preferiría estar con ellos. Junto a mi una pareja derrama miel, que dan asco

9:35 pm me acomodo para dormir

9:45 pm empieza el brincoteo en el aire, un zoquete decide recargarse en mi asiento y me despierta

9:53 pm ¡ya vamos a aterrizar!

10:05 pm aterrizamos. De hecho me despertó el contacto con la tierra, me pasó lo de no querer aterrizar para seguir dormida

10:20 pm miento madres porque nos bajan en una terminal remota. Ahora además tengo que ir a buscar mi equipaje que la línea decidió que tenía que documentar. Pero la culpa es de ellos por mandarnos en aviones tan chiquitos

10:30 pm ya tengo mi maleta

10:35 pm abordó taxi rumbo al hogar

11:00 pm llego a casa

Mi viaje duró las 5:00 horas que hubiera durado por carretera pero sin la grata compañía y sin la felicidad de tomar el volante… de plano, ¡no lo vuelvo a hacer!

martes, 7 de abril de 2009

El Canal de Panamá

Hace no mucho, vi en el canal de National Geogrpahic (si, de repente lo veo y no sólo para ser parte de la estadística) un documental sobre el Canal de Panamá. Y quién soy yo para contradecir, criticar o validar lo que los renombraos investigadores de ese medio transmitan.

Simplemente una turista que tuvo oportunidad de conocer las entrañas del canal.

Sinceramente, no me gustó la forma como se refieren a esta obra de la ingeniería, haciéndola parecer como vieja y obsoleta.

Es cierto, que el principio básico de funcionamiento es el mismo dese su construcción en 1914, pero en lugar de que eso le reste valor, más bien me parece que refleja la genialidad de quienes los concibieron y crearon en aquel entonces.

Como decía al principio, tuve la maravillosa oportunidad no sólo de conocer el canal, sino de meterme hasta el cuarto de maquinas e incluso abrir (o cerrar) una esclusa. Acepto que mi visión puede no ser la más objetiva del mundo dado que iba acompañada por una celebridad panameña y como tales nos atendieron, digo no es cosa de que cualquier turista se ponga a jugar con las esclusas.


El Canal nació como una forma de unir a dos océanos, de ahorrar muchos días, incluso semanas, de viaje a buques de carga, con su correspondiente impacto en el mundo de los negocios y hoy del turismo. Es además el sello característico de un país que económicamente depende de él pero que tiene cientos de atractivos adicionales. Hoy, sigue siendo todo lo anterior, quizá con más fuerza que nunca.


Imagínense la impresión de ver venir un barco de 65,000 toneladas, con capacidad para cargar 4,000 contenedores. Es lo que se conoce como un Panamax, es decir el máximo volumen que puede atravesar el Canal. Por cierto eso lejos de ser una limitante, es un estándar de navegación mundial.

Bueno, pues es como ver venir un edificio entero sobre ti. Se mueve lentamente pero a paso firme (o a nado, quizá sería más exacto) y entra con milimétrica precisión en la esclusa. Se abren entonces las válvulas que dejarán pasar 101,000 metros cúbicos de agua para elevar o disminuir, según sea el sentido, la altura a la que navega el barco y poco a poco ves como ese monstruo de metal se levanta. Se abre la siguiente esclusa y buque avanza.
Suena de lo más básico, pero el principio es simplemente genial, además de que requiere de una coordinación perfecta entre las partes involucradas para abrir y cerrar cada compuerta en el momento preciso.


Claro que tampoco se trata de negar que el tráfico del Canal ha incrementado sustancialmente en los últimos años. Sería un poco necio quedarse con la idea de que así como está es suficiente, ante lo cual los panameños están trabajando ya en un tercer juego de esclusas el cual, si la memoria no me falla, duplicaría la capacidad de tránsito que hay hoy.


Ahora, la anécdota de nuestra visita.


Confieso que eso de atravesar el pequeño puente de la esclusa me ponía nerviosa. Nunca he dejado que mis múltiples temores me arruinen las aventuras, sin embargo lo veía, estrecho, largo de una altura considerable, mientras me convencía a mi misma de que serían unos segundos hasta estar a salvo al otro lado.

Empezamos a caminar por el reducido pasillo, no habíamos recorrido más que un par de metros cuando escuchamos una sirena y recibimos la instrucción de apresurarnos pues eso era señal de que la esclusa se empezaría a abrir.

Como en película sentimos como el piso comenzaba a moverse, avanzamos lo más aprisa que pudimos, cruzó la guía que encabezaba la formación, detrás la primera visitante, el segundo. Yo analizaba la distancia que había ya entre ambos extremos esperando que mi afición atlética de juventud no me quedara mal ahora. A mi derecha una caída de aproximadamente 20 metros hacia el lado de la esclusa que estaba semivacío. A mi izquierda un Panamax esperando para cruzar. El agua y su profundidad no eran problema (según yo), ¡lidiar con el barco si! Llegó mi turno de saltar y justo cuando lo iba a hacer veo a tremendo matalote (osea mi hermano) detenido justo en el otro extremo tomando fotos hacia el piso

¡QUITATE! Fue lo único que pude gritar. Una vez habiendo cruzado todos lo insulté como se merecía y su respuesta fue “estaba dejando evidencia de la distancia que tuvimos que librar”, claro nunca se le ocurrió pensar que esa distancia se podía acrecentar.

Después supimos que fue un “chascarrillo” de los operadores del Canal. Al vernos cruzar dejaron abrir un poco la esclusa deteniéndola cuando tenía apenas un metro cuando mucho.

Como recompensa nos pasearon por el cuarto de máquinas y nos dejaron operar las esclusas. Si, hoy se trata sólo de dar un par de clicks a un mouse, pero han de ver los nervios que se sienten al pensar que si aprietas el botón erróneo le das al traste al comercio internacional.

Así que, si un día tienen oportunidad, dense una vuelta por Panamá. Sin duda el Canal per se vale el viaje, pero el país tiene muchos otros atractivos de los que habrá otras oportunidades de hablar.