viernes, 27 de marzo de 2009

pagar la tenencia

Levante la mano al que le guste pagar impuestos… si bueno, lo supuse. A nadie.

En eso pensaba yo en estos días en que por todos lados escuchamos sobre las discusiones en torno a la posibilidad de eliminar el pago de la tenencia.

Desde luego, como a cualquiera, la idea de entrada me resultó atractiva. ¿Por qué pagar un impuesto adicional por algo que ya pagué? O que en la mayoría de los casos sigo pagando. Y luego que además no resulta nada barato.

Para mí, mi coche es uno de mis artículos consentidos. Entiendo que hay otros para quienes no es más que un mal necesario o ni eso. Pero entonces pienso que si a mí, que me gusta consentirla, tenerla limpia, con sus servicios en orden, etc. (en femenino porque es camioneta) me duele andar pagando tenencia, pues ya me imagino a todos esos que les vale sombrilla y los escucho claramente mentando madres año tras año.

De ahí que esa idea de “vamos a eliminar la tenencia” haya sido música para muchos oídos, pero ojalá fuera tan sencillo.

Por un lado está el tema de que es un impuesto mixto, osea que lo cobran los estados pero se distribuye entre ellos y la federación. Entonces eliminarlo es una decisión que debe ser cabildeada y negociada, pero entonces preséntenme a algún gobierno dispuesto a recibir menos recursos.

Ahora, más allá de si es justo o no, si los estados y la federación hacen buen uso de esos recursos, si la reforma fiscal debería implicar también abrir la base tributaria para cobrar impuestos más inteligentes, etc., algo que el contexto actual alertó un lado de cierta responsabilidad que yo no sabía que tenía.

Ya hablar del tema de la crisis es, como quien dice absurdo y redundante, osea todos sabemos que ahí está y que está pegando. Pero en ese contexto lo que necesita cualquier economía (como cualquier empresa) es flujo de recursos. Es decir dinero que vaya y venga, cobrar para poder invertir, porque la falta de liquidez acaba por darle al traste a todo.

Entonces, esa extraña y desconocida consciencia me dijo, éste sería el peor año para eliminar la tenencia. No digo que la vaya a pagar con gusto, pero creo que haríamos mucho más daño al país como conjunto si nos echamos para atrás. Sobre todo considerando que ya somos maestros en eso de la evasión fiscal.

Ni modo gente. Tanto nos quejamos de todo que ahora nos toca empujarle todos para salir adelante. Ya volviendo las cosas a la estabilidad nos peleamos con el Preciso por andar haciendo promesas en campaña.

domingo, 8 de marzo de 2009

el día internacional de la mujer

Pues resulta que hoy es el Día Internacional de la Mujer… me pregunto si me debería sentir orgullosa, honrada o caminar por la calle cual si flotara mirando a los hombres hacia abajo.

La verdad es que ninguna de las anteriores. A riesgo de que las feministas me agarren a golpes, patadas o por lo menos insultos, declaro que esto de tener el “Día Internacional de la Mujer” me parece algo así como dar atole con el dedo.

Me explico, si me dijeran que estoy ya resolvió los problemas de desigualdad, los abusos, las agresiones, etc. Entonces lo celebraría. Pero creo que eso no ha sucedido.

Luego vienen y me dicen que hemos logrado otros avances, por ejemplo las regulaciones que exigen dar un porcentaje a “minorías”, entre ellas las mujeres. Entonces las listas de candidatos de un partido político deben estar compuestas al menos en un 30% por mujeres. No nos engañemos, eso no es igualdad, ni equidad de género, ni reconocimiento a las capacidades, ni ganar espacios. Es, una vez más, un paliativo.

A mí no me interesa, ni me satisface, que me den un lugar por la mera casualidad genética de ser mujer. Eso no me hace más o menos capaz que un hombre y me parece que eso de poner a alguien por un asunto de género dejando fuera a alguien con el talento y conocimiento necesario es darle en la torre a nuestras instituciones.

De hecho, una vez me ofrecieron ser candidata a diputada, porque claro necesitaban mujeres para rellenar la lista. Por un minuto me visualicé sentada en una curul y ¡me dio terror! Creo que sería una de las peores diputadas de esta ciudad y miren que hemos tenido malos legisladores.

Me parece también un poco fuera de lugar llamar “minoría” a un grupo que conforma el 50.9% de la población, es una bonita forma de hacernos menos.

Creo que ya quedó relativamente claro que no soy feminista. De hecho me molestan sobre manera las personas que creen que merecen distinciones, favores y caravanas por un asunto de cromosomas, que gritan por la vida que quieren igualdad, que se ofenden si les abren la puerta del coche o les ceden el asiento. Pero su concepto de “igualdad” significa yo soy mejor y merezco más.

No señores, a mi me gusta que me consientan y me traten bien, que me inviten a comer y me regalen flores. Lo cual no me impide de vez en cuando tener detalles con mis amigos, incluso de pronto hasta pagar la cuenta. Tengo cambios de humor propios del género y hay días que no me aguanto o me dan ganas de llorar, ante lo cual ando cual gatito buscando cariños y abrazos, cosa que no sé por qué me haría menos.

Disfruto muchísimo actividades “de hombres” como el futbol soccer (verlo y jugarlo), el americano (que nunca jugué porque alguien decretó que no era para niñas), pasar fines de semana completos en autódromos entre coches y mecánicos. Y saben qué, tampoco me siento menos femenina por ello.

No me considero mejor ni peor que “los hombres” en general. Conozco personas de ambos géneros brillantes y otros que creo que se equivocaron de especie. Pero la inteligencia y la estupidez me parecen por igual propias del ser humano, sin importar si es hombre, mujer o quimera.

Hay sólo dos cosas que me queda claro son prerrogativas de las mujeres:
  1. Parir (cosa que no he hecho y me da terror)
  2. Por supuesto, lucir una falda muy corta