miércoles, 30 de diciembre de 2009

un año medio lleno

Siempre he dicho que todo en la vida es cuestión de actitud. ¿Recuerdan aquel anuncio del vacío medio lleno o medio vacío? Al final todo se reduce a la perspectiva que quieras poner a las cosas.

Que suceden tragedias, que la vida te pega, que hay días que lloras hasta que se te cansan los ojos y el espíritu, que hay días que te cuestionas hasta el color del cielo… si, es real. El peso que le das a cada uno de esos momentos en la balanza de tu vida depende de ti.

Este año, para mí, es el mejor ejemplo.

En un momento crítico de mi vida profesional, positivo pero crítico, mi vida personal decide que es buen momento de irse por la borda. El proyecto al que le había apostado, franca y absolutamente fracasó. Hay dos verdades al respecto, la primera es que no tenía tiempo de sentarme a llorar mi tragedia, ni de esconderme o escaparme. La segunda es que nunca ha sido mi estilo.

Así que no me quedó otra más que levantarme todos los días, sacar la mejor cara del clóset y seguirle dando a la vida. Muchos podrán pensar que fue fácil, muchos que nunca vieron todo el proceso que hubo en realidad.

Pero esa misma decisión de no bajar la cara ni los brazos y seguir adelante, fue la que me llevó a encontrar el vaso medio lleno.

La vida sigue y hay dos posibilidades, verla pasar o salirle al encuentro. Yo salí, y como siempre he pensado que más vale sopesar lo bueno, ahí les voy:

  • Como empecé diciendo, llegué a un punto crítico de mi vida profesional. Sabía (y me lo dijeron) que estaba justo en el borde, donde podía despegar o caer estrepitosamente… poco a poco, pero va sucediendo lo primero
  • Se concretaron cosas que iniciaron el año pasado, ese gran sueño del automovilismo siguió, ahora en cada carrera había un radio y una diadema rotulados con mi nombre, con la instrucción de que si al Jefe de Equipo le da un infarto tome su lugar (dicho, claro está, en broma porque no sabría cómo hacerlo y si se infarta creo que me muero con él). Por primera vez, tras 20 apariciones en la pista, vivimos en carne propia la sensación de ganar, nos volvimos locos de la emoción
  • Por primera vez en la vida elegí mi casa, pensé y analicé cada espacio, imaginé cada rincón y le fui dando vida. Yo, conmigo. Todavía no está lista… aún le quedan gran cantidad de cosas por arreglar, pero es mía. Es mi espacio, mi guarida. Ese al que no cualquiera entra, porque no cualquiera se gana conocer a quien está cruzando la puerta
  • Me reté a mí misma, a mi propia capacidad de recuperación, de perdón, de cambio, de adaptación y de seguir adelante… y aquí estoy
  • Conocí a mis amigos en una dimensión muy diferente, nos enfrentamos a cosas nuevas y los buenos ahí siguen, caminando al lado aunque a veces les toque jalar y otras empujar
  • Encontré nuevos, grandes, amigos… ¿eso mismo lo dije el año pasado? Bueno, pues más afortunada aún. Sigo encontrando personas que se ganan un lugar en mi vida, en mi corazón, en mis ideas y que van llenando espacios. You know who you are, you know what you mean, you know I care…
  • Recordé, o tal vez comprobé, que los ángeles existen. Aparecen en diferentes momentos y con diferentes rostros. Cumplen una misión y a veces se van… otras se quedan de por vida cobijándote con sus alas, aún sin que te des cuenta. Los ángeles a veces llegan con cara de demonio, pero si miras ahí, bien en el fondo de su mirada, si escuchas cuidadosamente su voz, descubres quiénes realmente son.

En fin, cierro el año con motivos suficientes para tirarme a llorar, creo que nadie me culparía si me convierto en un drama en fechas tan emotivas. Pero no.

Llego al final del año con la frente en alto, con mil ilusiones a cuestas, con razones y no pretextos para decir que me gusta mi vida, que a pesar de los golpes de timón voy en buen camino.

Gracias a todos los que sortearon conmigo las tormentas, a los que siguieron a mi lado a pesar de mi, a los que llegaron y a los que volvieron, a los que muy a su manera no me han dejado caer.

Para el 2010 sólo les deseo seguir vivos, seguir respirando, seguirse sorprendiendo y, sobre todo, seguir sintiendo.

lunes, 7 de diciembre de 2009

vive el momento

Ni siquiera me acuerdo muy bien de cómo nos conocimos. En realidad los recuerdos son más bien de cuando ya éramos como una familia, de hecho en su momento así nos hicimos llamar. Algo mucho más cursi y sentimental que asociado con la mafia.

Teníamos 14 años, 15 los más grandes. Empezamos jugando a ser unos novios, otros amigos. Para mí, hoy somos uno de los mejores recuerdos.

Vivimos grandes aventuras, como cuando nos enfundábamos en tremendas chamarras, aún en pleno verano, para traficar con Caribe Coolers que bebíamos en el “Hórreo”, ese lugar que guardó nuestros mejores momentos, mientras fumábamos Ducados o Luky Strike. Nos escapábamos a comer. Éramos valientes de salir sin permiso en el coche del único que ya tenía permiso para conducir. Desafiando el riesgo terrible de que nuestros padres lo supieran. Corríamos a McDonald’s, comíamos a gran velocidad y volvíamos.

Sufrimos grandes decepciones, tristezas y derrotas. Fracturas de huesos, rompimientos, malos entendidos, regaños, separaciones (como cuando alguien se fue a estudiar al extranjero) y chismes. Hoy, creo que todos quisiéramos que nuestros problemas fueran como entonces. Seguramente los seguiríamos llorando tan amargamente como entonces.

Recuerdo largas conversaciones telefónicas queriendo resolver el mundo. Tardes llenas de carcajadas tratando de postergar lo más posible el momento en que nuestros padres nos fueran a buscar, fiestas en las que era imperativo estrenar ajuar.

En fin, tal vez hayan sido los típicos momentos de adolescencia que cualquiera vivió. Lo que es un hecho es que esa gente con la que lo compartí lo hizo muy especial.

Mil veces he manifestado mi agradecimiento por las redes sociales y la interacción que permiten. Justo ellas nos han vuelto a poner en el camino. Y no sólo de manera incidental, teniéndonos ahí entre los contactos y sin hacernos caso.

No, nos hemos reunido, reencontrado, reencariñado. Hoy compartimos otras cosas. Proyectos, trabajos, renuncias, matrimonios, divorcios, hijos… momentos otra vez que nos marcan la vida y que saben diferente cuando los compartes con alguien que te conoce desde que no eras ni tú misma.

Solíamos decir, casi como nuestro lema, “vive el momento”. Hoy curiosamente tal vez quisiéramos vivir aquel, pero indudablemente somos resultado de lo que durante años hemos formado. Todos tenemos razones para estar orgullosos de en lo que nos hemos convertido hoy. Pero sobre todo, todos tenemos algo de lo que fuimos entonces, nos inventamos juntos y seremos siempre producto de esos años de amistad.

A las que están más cerca, Gely y Blanca, a los reaparecidos Manolo y Elena, a los que siguen en el recuerdo Jose, Iñaki, Maggie, gracias por entonces y gracias por siempre.

viernes, 27 de noviembre de 2009

frío, bourbon y recuerdos

Sólo nos tomó 32 años hacer por primera vez un viaje solitos. Fue una de esas oportunidades que no tienes muy claro cómo te caen en las narices pero cuando te das cuenta ahí están y seguramente no se van a repetir.

Fueron sólo tres días a un vecino país del norte. Pero eso fue sólo físicamente. La verdad es que el viaje fue a 50 años atrás, a anécdotas que había escuchado hasta que me aprendí de memoria, a descubrir que si existe un lugar que siempre pensé que era algo como “el país de nunca jamás”, al que él volvía con los recuerdos y hacía hasta lo imposible por llevarnos con la imaginación.


Por primera vez en años me dejé llevar, sin una agenda pre-establecida, sin planes estructurados y esquematizados… ahí na’ más a donde nos llevara la vida.

Narrar el viaje completo resultaría muy largo, así que me limitaré a señalar algunos aspectos relevantes, o al menos curiosos.

Nos hospedamos en un hotel excelentemente ubicado, apenas a media cuadra del sitio al que llaman “the crossroad of the world” osea, Times Square, cuya principal característica era el espacio interior, baste decir que había que ir en fila india por los pasillos y que tenía yo que brincar su cama, para llegar a la mía porque no había otro espacio para pasar.

La agradable temperatura de Nueva York nos recibió ahí cerca de los 0°, eso cuando se ponía buena onda, porque luego le daba por disminuir y soltar un airecito que calaba hasta las ideas, motivo por el cual la verdad es que perdimos todo el estilo, pero no las ganas de caminar y caminar y caminar la ciudad. Bueno hasta de navegar alrededor de Manhattan temiendo que un iceberg se atravesara en el camino y nos arruinara el show.

Caminamos por toda una ciudad que no hay mejor forma de conocer que codeándose con su gente en las abarrotadas banquetas. Comimos donde nos agarró el hambre y el antojo, no sé si conocimos los sitios más sofisticados pero si los más “rumbosos” como diría el viejito. Viajamos en metro y hasta en tren. Visitamos museos y tiendas, comimos pretzels… bueno hasta tomamos bourbon con todo y que no nos gusta (“es que es muy gringo” declaró después de dar el primer trago y estar a punto de escupirlo).

Pero lo mejor, lo inigualable, fue un trayecto de poco más de una hora en tren, a las orillas del Hudson, para llegar a Poughkeepsie, ese lugar que resulta que si existe aunque no lo creíamos.

Llegamos sin la menor idea de para donde jalar, con la fortuna de que el Marist College resulta ser un sitio de harta relevancia para la comunidad osea que no fue tan difícil encontrarlo.

Fue llegar y ver su mirada cuando se le apareció el Donnelly Hall, el edificio que él ayudo a construir y que dejó en obra negra, para verlo hoy convertido en punto emblemático del lugar. Ya con eso valió la pena el viaje.

Lo demás, fue adicional. La caminata por el campus (impresionante por cierto), la hora y media en la tienda de souvenirs buscando algo para cada miembro de la familia, el recorrido por la biblioteca, la visita al Presidente del Colegio, los minutos en el mismo lugar que ocupó en la capilla en sus años de estudiante y los recuerdos que paso a paso nos iban alcanzando y envolviendo fueron aderezos al plato principal.

Si me preguntan, de manera un poco egoísta puedo decir que lo más maravilloso para mí fue el gusto de poderle regalar esa aventura. “Sólo a ti se te puede ocurrir hacer algo así” me dijo cuándo volvíamos y lo que pensé fue que por él valía la pena eso y más.

Y para qué negarlo, ¡me divertí como loca!

Hay lugares en el mundo que disfruto muchísimo. Mérida es mi infancia completa, mis mejores recuerdos, mi familia. Ixtapa es la playa, el descanso, el reventón para viejitos que se nos da tan bien. Madrid por alguna razón es mi lugar feliz, creo que en mi otra vida viví por allá. Pero si algo descubrí en estos pocos días, es que puedes crecer, cambiar, irte o volver, pero siempre habrá un lugar y una persona a la que podrás volver, no importa en qué lugar del mundo estés.


¿Con quién hice el viaje? Con mi alter ego, un hombre al que adoro y admiro: ¡mi papá!







PS Mi motivo de mayor emoción: me pidieron identificación para dejarme entrar a un bar!!! Eso hacía mucho, pero mucho que no me sucedía.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

dejar de fumar

Hay mil y un razones, como en todo algunas válidas, otras un mero pretexto. El caso es que dejar de fumar puede ser un gran paso o sólo un evento pasajero.

Yo lo dejé hace más de 8 años. Fue algo curioso, realmente puedo decir que un día se me dejó de antojar. Coincidió con una enfermedad de mi padre que lo alejó del tabaco unos meses, cuando iba a volver nos mataba la flojera de pensar en ir a comprar un cigarro… así que siempre lo atribuimos a la pereza y a nuestra complicidad (eso y ser un poco mamones, porque había cigarros en casa pero no de los que nos gustaban).

Volví hace cerca de seis meses. Si me preguntan no fue más que un berrinche, tal vez infantil, tal vez no tanto… pero berrinche al final.

Dejé de fumar un poco antes de casarme, no puedo decir que lo haya hecho “por él”, en realidad nunca ha sido mi estilo, tal vez lo hice por varias coyunturas y porque era el momento. Durante todos estos años no me hizo falta el cigarro. A veces, en el estadio recordaba la cábala de encenderlo justo con el silbatazo inicial… lo sustituí por un trago a una cerveza. En la fiesta, con los amigos… no, en realidad ahí nunca me hizo mayor falta.

Lo volví a tomar cuando decidí divorciarme. Fue algo como querer volver a ser la misma de antes, pero por favor, ¡¡¡ni lo soy, ni lo quiero ser!!!

Entonces se convirtió en una muleta, en lo que me refugiaba ante el miedo, los nervios, la inseguridad, la soledad.

Hoy me doy cuenta de que fumar es parte de algo que ya dejé muy atrás, de alguien que fui y que se quedó allá.

Tanta gente alrededor me ha dicho “no fumes”. Una mi madre, que lo ha dejado y ha vuelto un millón de veces. Otro un “amigo” que me ha demostrado que no tiene el menor derecho de opinar sobre mi vida. Otro, vendió cigarros durante 18 años de su vida… pliiiiisssss

Lo curioso es que la gente que hoy siento que me quiere ha sido muy respetuosa, seguramente en el fondo opinan que estoy tarada, pero me han dejado estarlo… y de vez en cuando se vale hacer tonteras ¿no?

Decidí que lo dejaría, otra vez, el 23 de noviembre. Fecha que marca el cierre de un ciclo, mucho más allá de lo que yo misma pensé.

No sé si lo voy a extrañar, si en un momento de enojo, molestia o berrinche lo voy a querer retomar, si voy a ser lo fuerte que otros dicen que soy. Pero sé que quiero y lo voy a hacer, porque para mí es el paso a seguir adelante, a crecer, a evolucionar, a ser lo que hoy me corresponde, con el miedo y la incertidumbre que eso represente. Porque hoy, las muletas salen sobrando.

Y como quién dice, hacia atrás ni para agarrar vuelo…

miércoles, 11 de noviembre de 2009

el abuelo Eddie

No sé si recuerdo su cumpleaños, las fechas se vuelven confusas en mi memoria… sé que recuerdo los momentos más felices de mi infancia y el más duro el día que se fue, una noche de abril.

Conservo muchas cosas de él, la mayoría en el corazón y en la memoria, otras en papel… de ese que se va poniendo amarillento y oliendo a viejo.

Al día de hoy, no puedo pasar por la esquina donde estaba su casa después de que la demolieron y con ella nuestros recuerdos en su biblioteca, ahí donde nos escondíamos de todos.

Tuve que compartir su presencia con otros 32 sujetos… pero su esencia, sus secretos, sus travesuras, sus mejores momentos son sólo míos.

Han pasado más de 20 años y todavía lo extraño, todavía busco su presencia. En los momentos más importantes me hace falta escucharlo y reír con él.

Leo porque él me enseñó a amar la lectura, escribo porque nos heredó la magia de las palabras, quise ser abogada porque él lo fue (claro, luego conocí el sistema jurídico mexicano y ya no me gustó). Incluso hay muchas cosas en mi que apenas ahora descubro que son rasgos de su personalidad, sólo que era yo muy pequeña para darme cuenta. El gusto por la docencia (heredado también en mi padre), el sarcasmo, el humor negro.

Fue como un personaje de novela, subió a un barco para ir hasta Europa a alcanzar a la mujer de su vida, así sin dinero, ni nada más que el corazón. Conquistó una familia, la hizo suya y construyó otra. Una familia enorme que al día de hoy conserva el gran valor de estar juntos, al menos una vez al año repetimos la tradición que él, junto con su compañera de vida, creó para nosotros. Y conservamos la ilusión de que él preside la mesa.

Dice mi papá que si me viera ahora estaría muy orgulloso de mí. Quiero pensar que al menos me daría un coscorrón, tomaríamos un último Campari a escondidas de la familia y entraríamos del brazo al comedor, con nuestros secretos a rastras y la complicidad en la mirada.

viernes, 6 de noviembre de 2009

más de 100 mentiras

Joaquín Sabina hace un largo recuento de lo que él llama “más de cien palabras, más de cien motivos, para no cortarse de tajo las venas. Más de cien mentiras que valen la pena”. No sé si sean mentiras, tal vez son nimiedades, y prometo no llegar a las 100 porque no hay quien aguante… pero acá algunas de esas cosas que para mí, valen la pena:

  • Los amigos, los de verdad. Esos que se convierten en la familia que tú eliges y no la que te tocó. Los que igual no ves en meses o años, pero aparecen en el momento preciso. Con los que vas a echar una chela, a ver el futbol, de viaje o nada más te mandas un mensajito con una mentada de madre que, en el fondo, sabes que se traduce en un inmenso cariño

  • Una buena taza de café. Aromático, calientito, recién preparado. Si se puede tomar todavía en pijama y descalzo aún mejor. Es un elixir que parece abrir los horizontes y las neuronas

  • Un libro. En un parque, un cómodo sillón, una banca o una terraza. Donde sea porque al final, te va a trasladar a otro mundo, otra época, otra historia

  • Una cámara fotográfica y cualquier horizonte. La posibilidad de fragmentar la realidad en pequeños cuadros, que digan sólo eso que queremos ver. ¿Se han fijado que un mismo encuadre, retratado por dos fotógrafos, puede decir cosas muy distintas?

  • Un buen auto y una larga carretera. Una muy variada selección musical y horas de trayecto. Puede ser con un claro destino o sin él. Sólo por el gusto de sentir la libertad y el poder de decidir hasta dónde llegar

  • La adrenalina que acompaña a cualquier deporte. Puede ser el desahogo de rematar un balón con toda la fuerza mientras te sostienes en el aire. O el verlo estrellarse en la red al fondo de una portería mientras el arquero lo mira con desesperación. O el grito en los audífonos de “¡verde!” que marca el inicio de una carrera en la pista, hasta un rebase espectacular en los últimos metros antes de ver la bandera a cuadros

  • Viajar. Por gusto, por trabajo, por obligación. Solo o acompañado, con amigos o colegas. Cambiar de aires, conocer otras formas de vida, otras culturas. Extrañar tu regadera o tu cama y volver a ellas como si fueran la tierra prometida

  • Un abrazo. Y sobre todo lo reconfortante que resulta después de un trago amargo, viniendo de esa persona, que puede hacer que todo parezca mejor. Claro… los abrazos colectivos y los fraternales también tienen una especial dosis curativa

La verdad es que así le podríamos seguir, lo cual me hace pensar que al final hay tantas cosas que valen la pena, que nunca sobra un esfuerzo adicional por levantarse y seguir adelante.

lunes, 2 de noviembre de 2009

puertas y ventanas

Dicen que cuando se cierra una puerta (sea por Dios o por quién quieran) siempre se abre una ventana.

Creo que en mi caso fue al revés. Poco a poco se fueron cerrando muchas ventanitas. Al cerrar la última se abrió una colección de oportunidades, un horizonte entero.

Hoy, fue el primer día tras haber cruzado ese umbral. El primer día de una etapa completamente diferente.

No niego que hay sentimientos encontrados, atrás quedan sueños, proyectos, ilusiones que fueron muriendo una a una. Cada rincón que se fue vaciando iba dejando al descubierto muchas cosas que en el camino se olvidaron, pero también las fue dejando libres para irse, para dejarlas volar.

Sé que al cerrar esa puerta dejé atrás un lugar donde fui feliz, al que no debo ni quiero tratar de volver. Es un lugar que ya no me corresponde y al que no le pertenezco… lo sé con una infinita paz en el corazón.

Hoy, amanecí con una luz nueva, mirando a otro horizonte, sabiendo que el mundo se abre frente a mí y que es momento de ir por él.

Otros aires, otros cielos, otros mares… con la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta.

sábado, 24 de octubre de 2009

un pasito

Mi propia relación y experiencia en la política me han decepcionado profundamente. He visto y vivido muy de cerca la avaricia, los intereses creados, la falta de formación profesional, el nulo compromiso, las injusticias, la discriminación, etc.

Pero también he visto, me ha frustrado y decepcionado, la apatía del electorado. Cada tres años sufro la misma historia, escuchando a la mayor parte de quiénes me rodean haciendo declaraciones categóricas sobre las elecciones, lo que cuesta nuestra democracia, los robos de la política, etc. pero a muy pocos los he visto comprometidos con la responsabilidad de votar (si, sé que todos son iguales y que es casi imposible elegir entre ellos, esa es harina de otro costal).

La gran mayoría desconoce por completo a sus candidatos, los partidos y sus propuestas, votan porque… porque… creo que sólo por votar.

Luego, nos sorprendemos de que esos que elegimos como legisladores aprueben una serie de regulaciones que nos vienen a dar en toditita la torre.

La reacción típica en México ha sido la protesta de sobremesa. Es decir, con el café y el cigarro despepitamos del sistema, del gobierno, de esos parásitos a los que nosotros pagamos el sueldo y que no hacen nada bien. Luego nos levantamos, nos vamos y nos olvidamos del tema.

Tal vez por eso es que me resultó alentador y motivador ver que de pronto la gente no sólo se expresa, sino que además se organiza y actúa.

Empezó común hashtag, #internetnecesario. Uno que otro lo publicaba en twitter, lo replicaba, lo comentaba. De pronto éramos (y sí, yo también) una cantidad significativa de participantes no sólo incluyéndolo en nuestros twitts, incluso pensando y expresando argumentos relevantes de por qué no se deben gravar los servicios de telecomunicaciones en México. Bueno, sobra contar que el caso llegó al Senado y que tal vez haya una oportunidad de alcanzar algo.

No sé, tal vez sea un esfuerzo totalmente estéril, porque desafortunadamente sabemos que no siempre gana la razón, pero para mí, es la esperanza de que hay una nueva forma de organizarnos y actuar. Tal vez tenga un resultado sin precedentes.

Seguro hubo quienes tiraron el movimiento de locura, pero es un primer paso en la dirección que este país necesita, la de su gente dispuesta a mover las manos, levantar la voy y caminar por cambiar.

Este movimiento no hubiera sido posible, ni esta publicación llegaría hasta ustedes, si no tuviéramos una elemental conexión a #internetnecesario.

lunes, 14 de septiembre de 2009

amar a morir

Si es cierto eso de que el amor puede durar más allá de la muerte, creo que acabo de atestiguar un caso.

Se conocieron hace muchos años, más de 60 tal vez. Se enamoraron de inmediato. Ella llegó a su casa, tras visitar a una compañera de primaria, diciendo “¡tiene un hermano guapísimo!”, es el primer recuerdo de él.

Poco bastó para que se volvieran parte de ambas familias, se casaron, tuvieron seis hijos, y se convirtieron en el modelo de pareja que muchos quisieramos formar.

Mi recuerdo de ambos es de alegría eterna, risas, buen humor (un poco negro pero bueno)… claro que dicen sus hijos que tenían su lado exigente y supongo que así debía ser para controlar una familia de ese tamaño.

Para nosotros, ir a su casa era fiesta inmediata, tanto que llegamos a pasar largas temporadas literalmente viviendo ahí. Eran como otros padres, sus hijos son como mis hermanos.

Hace dos años (casualmente creo, justo el día de mi cumpleaños) ella murió. Recuerdo el día y recuerdo una de las mayores tristezas que he sentido. Pero nos dejó la gran enseñanza de que una familia unida lo supera todo, de buen talante y con una sonrisa en la cara… aunque cueste mostrarla.

Ahí, él nos dio una de las primeras muestras de su infinito amor, por única vez lo vimos tomar el micrófono, hablar ante todos con el corazón. Reiteró el amor que sintió desde el primer día, recapituló la felicidad que a su lado vivió durante años y nos invitó a recordarla como él siempre lo haría, con la alegría que cada día nos regaló.

Los meses siguientes se dedicó no sólo a honrar su memoria, si no a vivir como ella hubiera querido. Rodeado de su familia y amigos, buscando e inventando momentos para estar juntos, para celebrar, para decirnos con palabras o sin ellas cuánto nos queríamos.

Dos años después, dos años exactos, también el día de mi cumpleaños, él se empezó a ir. Todavía no entiendo por qué eligieron esa fecha, pero confieso que me enojó bastante. El caso es que de un accidente que parecía insignificante se empezó a apagar. Sólo pasó un mes antes de que la alcanzara.

La única conclusión a la que pudimos llegar fue que no quiso seguir viviendo sin ella y prefirió ir a buscarla. Lo que más nos enseñó sin duda, es que el amor dura, trasciende, mueve, inspira… más allá de la vida y de la muerte. “Ya están juntos” me dijo un amigo para consolarme. Pensándolo fríamente y con mi dolor a un lado, creo que es cierto.

Cuando ella murió, me dolió ante todo dudar si alguna vez le había dicho todo lo que significaba para mí, con él no perdí la oportunidad. Espero que ya le haya dado el mensaje.

Lo que nos queda es la enseñanza de ambos, poner a la vida buena cara… y amar a morir!

domingo, 30 de agosto de 2009

abrazos eternos

Nada reconforta, cura y alimenta tanto como el abrazo de un amigo. Cuando ese abrazo se prolonga en el tiempo sus efectos benéficos lo hacen también.

Esperé mucho tiempo por un abrazo así, tal vez más de la cuenta, y me aferré a él. Me aferré lo suficiente para que su efecto dure hasta la próxima vez.

Entonces descubrí varias cosas:

Descubrí que un abrazo no tiene por qué pedirse, debería llegar así, espontaneo y natural, cuando te sientas al lado de alguien “cercano” y tienes que decirle que necesitas un abrazo algo anda mal.

Descubrí también que los abrazos hablan por sí solos, que ahí no hacen falta palabras… el corazón de cerquita se entiende mejor.

Descubrí que a los amigos, a los de verdad, no necesitas decirles las cosas, no tienes que explicar nada, y que a pesar del tiempo y la distancia siempre estarán al alcance de la mano.

Descubrí que en el peor momento de soledad, alguien está pensando en ti y aunque no lo entiendas de momento, la vida en su momento te lo hace saber.

Finalmente, descubrí que, aunque no hay como la presencia física, la gente que de verdad te quiere, encuentra la forma de estar contigo, aunque sea de la forma aparentemente más insignificante o la menos convencional.

Así que desde aquí, un abrazo a todos esos que han estado en los momentos clave, quienes no importa la distancia sé que siempre serán un lugar al que puedo volver.

martes, 18 de agosto de 2009

volar

Cualquiera que me conozca sabe que volar nunca ha sido precisamente mi actividad favorita.

Ayer tomé un vuelo que me tenía especialmente desconcertada, sobre todo por no tener muy clara la razón que me llevó a hacerlo.

Desde antes de despegue fuimos advertidos de que sería “algo turbulento”, cosa que menos me emocionó.

Pero por alguna extraña razón, durante el muy movido ascenso entendí que no es tan diferente a la vida misma.

Inicia con cierta emoción y un grado de incertidumbre, con planes y metas claras. En el camino se enfrentan complicaciones, momentos duros, turbulencias y nubes de tormenta que hay que cruzar.

Parece que todo empieza a aclararse, por ahí a lo lejos, se ven rayos de sol y cielo azul. Y de pronto llega otro embate, un viento u otra nube que desbalancea.

Y entonces lo que hacemos es respirar, poner el pie en el acelerador, pasar lo más rápido posible ese momento complicado y seguir adelante.

Al final, si superamos el miedo a esas turbulencias, la vida nos dará momentos que valgan la pena, como el de un cielo azul en contraste con una alfombra de nubes blancas, brillantes y pachonas.

Quizá delante haya otras turbulencias, tal vez… pero después de todo el viaje habrá valido la pena.

sábado, 1 de agosto de 2009

la sensación

Es tan difícil describirlo. Es un nudo en el estómago que de pronto se convierte en una expresión que te recorre todo el cuerpo.

En mi caso fue un grito que llevaba más de un año y medio esperando por salir. Vuelta tras vuelta la adrenalina se acumulaba, el estómago, el corazón, la garganta, cada músculo del cuerpo se iba haciendo un nudo.

Muchas veces había pensado qué haría en ese momento, cómo reaccionaría cada uno de nosotros. La verdad es que no hay forma de saberlo hasta que no sucede, porque no hay forma de imaginarlo hasta que no se siente.

Nada se parece a ganar, a fundirte en un abrazo con esos que están sintiendo lo mismo que tú. No importa si sudaron, si están bañados en lo que sea, en ese momento sólo se tiene una sensación que nadie puede imaginar.

Tal vez influyó lo larga que fue la espera, tal vez que tantas veces lo vimos cerca y sentimos que lo merecíamos. Lo cierto es que esa tarde nos quedará para siempre en la memoria y en el corazón.

Para mí fue especialmente significativo, tuve la maravillosa oportunidad de ver de cerca desde que esto era un sueño, viví cada logro y me dolió cada tropiezo, hoy agradezco que me hayan regalado la sensación de ganar.




domingo, 21 de junio de 2009

in memoriam

Supongo que todos sabemos que el automovilismo es un deporte de alto riesgo y que los accidentes ahí están, latentes.

Recuerdo muy bien la muerte de Airton Senna, ¡era uno de mis ídolos de infancia! De los primeros pilotos que admiré y lo vimos morir en televisión.

Años después, cuando me involucré directamente en el automovilismo no pensé, o no quise nunca pensar, que podríamos vivir algo así, sólo que ahora en vivo.

Decir que Carlos Pardo era mi amigo sería exagerar. Lo conocí, si. Convivimos en las pistas durante poco más de una temporada y de vez en cuando tuvimos alguna conversación. Con eso bastó y sobró para que su muerte me dejara un hueco en el corazón. No tengo que “imaginar” como se sintieron sus amigos, lo vi de cerca. Reconozco que me reconcilió con muchas cosas ver esa hermandad y solidaridad. Ver a todos los pilotos a jefes de equipo, mecánicos, amigos, oficiales, etc. Reunidos en torno a alguien que se ganó a pulso el cariño y el respeto.

Ahora nos toca seguir adelante, pensar en la siguiente carrera y todos los preparativos correspondientes.

Confieso que una parte de mi pensó en no volver. ¡A veces quisiera no querer tanto!

Estoy segura de que el ambiente será simplemente otro. Por los que se quedan nos toca seguir adelante, darle a esos que volverán a salir a la pista el apoyo y la confianza, volver a correr con la pasión que este deporte implica. Ser fuertes y recordar por qué amamos esto.

En Querétaro habrá un homenaje para Carlos. Yo creo que no queda ahí, debemos siempre tenerlo presente y, por su recuerdo, seguir empujando este deporte y hacerlo cada vez mejor.

sábado, 16 de mayo de 2009

preguntas

Hoy, estaba más que dispuesta a escribir un post alegre, optimista, de esos así como lindos.

Luego fueron pasando las cosas y me atacó una cierta nostalgia poco grata.

Puede resultarles absurdo, pero lo detonó un partido del futbol. Como dice un buen amigo sin pasión no se vive y el deporte mueve fibras que nos hacen gritar, festejar o llorar.

Lo sé bien, tanto que lo vivo todo el tiempo, ya sea por televisión o ahí mismo, en la duela, en el estadio o en la pista.

Hoy mi equipo fue eliminado de la liguilla. Cuando eso sucede siento que todo el esfuerzo de meses no sirvió para nada y un agotamiento de pensar en volver a arrancar de cero (como si yo misma lo tuviera que hacer).

Creo que la diferencia de hoy a otras ocasiones, fue que lo vi sola, fuera de mi casa. No recuerdo si fue la primera vez que lo vi así, pero sé que hoy me hizo falta una llamada de solidaridad, de análisis pambolero, de debate deportivo.

Ahora, la duda que tengo es ¿cómo sabes cuando extrañas efectivamente a alguien o más bien extrañas la idea de ese alguien? Cuando el silencio es incómodo porque necesitas escuchar algo en particular o si el sólo ruido será suficiente. Cuando ese espacio tiene nombre o sólo espera a ser llenado.

Todas esas preguntas me dan vueltas mientras lleno el silencio de un cuarto de hotel con la televisión, mientras ya no espero que el teléfono suene y espero conciliar suficiente sueño.

Sé que mañana el tiempo estará lleno de emociones, de más mariposas deportivas en el estómago, de amigos, colegas, hermanos… tal vez eso distraiga tanto cuestionamiento de mi mente, al menos hasta volver a casa.

domingo, 10 de mayo de 2009

reconociendo

Ya ponerse a hablar de la influenza aburre, si aburre mucho. Pero hay un aspecto que no sé si se ha comentado y que por deformación profesional me llama especialmente la atención: el manejo que se hizo de la información durante esta crisis.

Aunque en un primer momento critiqué fuertemente a las autoridades por soltar una bomba como la suspensión de clases y no dar la cara sino hasta aproximadamente 16 horas después, dando tiempo suficiente para que se echara a volar la imaginación y teoría de la conspiración que nos caracterizan, también reconozco que recuperaron la nave y el curso en los días siguientes fue de aplaudirse.

A pesar de que algunos medios y muchas personas se empeñaron en enturbiar el asunto, la verdad es que se ha manejado como los grandes.

Primero se designó a un responsable, no sólo de las acciones a seguir sino también de dar la cara ante los cuestionamientos públicos. Se integró un grupo de especialistas en diferentes disciplinas que tomarían las decisiones desde los diversos ángulos. Se fijaron horarios para dar a conocer los avances, de acuerdo también con la evolución de los hechos.

Supongo que entre tanta exposición, tenía que llegar el momento que el Secretario de Salud agarrara tablas, pero también sé a ciencia cierta que si no tienes nociones básicas y te lanzan al ruedo en pleno San Fermín vas a salir cornado, y mucho.

Antes de continuar aclaro que no soy Calderonista, no apoyo incondicionalmente al gobierno en el poder (de hecho, pronto verán aquí otras opiniones al respecto), ni me olvido de que este mismo Secretario de Salud vetó la píldora del día siguiente por ser abortiva (y sin decirlo pecaminosa), pero en este caso particular, se ganó mi respeto.

No pretendo tampoco entrar en la polémica de si se actúo o no en tiempo y forma, de si hay la infraestructura en el país para atender una emergencia o no, etc. Mucho menos pienso caer en el absurdo de la cortina de humo o la conspiración entre Calderón, Obama, la OMS, Dios Padre y un club de marcianos.

A grandes rasgos, me parece que las cifras actuales de contagio y fallecimientos son alentadoramente bajas, lo cual erróneamente también se ha tomado como una señal de que se exageró en las medidas. ¿Qué hubiera pasado si no se hace nada al respecto? Nunca lo sabremos.

Pero volviendo a mi postulado inicial, en términos de cómo se ha comunicado el tema, no tengo peros. Incluyendo el que en cada conferencia Córdova estuviera acompañado de algún otro funcionario relacionado con la situación, que no respondiera preguntas que no le correspondían, como las sanciones que se impondrían a los partidos políticos que no acataran las recomendaciones; y no caer en provocaciones como la de quien se empeñó en mezclar las cifras hasta sumar, quien sabe cómo, los mismos enfermos tres veces.

Entiendo que después de una semana y media el tema nos hartó, sobre todo que ahora empezando a volver a la normalidad se nos vaya olvidando y hasta termine por resultar intrascendente.

Sinceramente digo que envidio un poco al equipo de Comunicación Social de la SSA. Sé que han pasado semanas de terror, que seguramente tienen un agotamiento irreal y que deben haber mentado muchas madres. Pero en unos meses, cuando sus cuerpos y espíritus se recuperen, tendrán el gusto de ver que lo hicieron muy bien.

domingo, 3 de mayo de 2009

ironías

Qué irónico, en mi adolescencia y juventud recuerdo largas tardes de estar sola en mi casa.

Llegaba de la escuela y la televisión era mi única compañía, incluso comía con ella, y eso en los casos que comía, porque nunca me ha gustado hacerlo sola.

En aquellos años, qué esperanzas de laptop, Internet o e-mail que te pudieran mantener en contacto a la distancia. Mi papá trabajaba hasta tarde, mi mamá entre lo que trabajaba y los viajes que hacía a cursos y congresos eran largas temporadas fuera y mi hermano… bueno mi hermano era un adolescente un par de años mayor que yo con las grandes ventajas primero de ser niño (cosa que en esa casa significaba que él si podía hacer lo que quisiera) y segundo de llegar antes a la edad de manejar.

Total que éramos la tele y yo. Cuando empecé a armar ciertos círculos de amistades con los que hacer planes venía la segunda parte del problema que era ¿quién lleva a la niña? Recuerdo tantas discusiones que al final prefería quedarme otra vez en la casa con tal de no andar dependiendo de las agendas de otros. De hecho esa es una de las razones por las que amo manejar, para mí es un síntoma inequívoco de independencia.

Y también recuerdo que muchas veces esa soledad pesaba horriblemente. Recuerdo tardes de llorar en mi cuarto desesperada por no tener con quien hablar, luego subía a mi perro a ver la tele conmigo, él me miraba como diciendo “pero si aquí estoy yo y para eso somos amigos”, la reacción de mis padres cuando llegaban y aquella bola de pelos estaba en la cama conmigo era atómica.

Han pasado tal vez entre 10 y 15 años de esa época. Por múltiples circunstancias me he visto obligada a pasar 5 días en casa de mis papás. No es ni siquiera la misma casa, por lo que me cuesta cierto trabajo reconocerla como mía, nunca viví aquí, nunca tuve un espacio propio y, como es natural, cada rincón está ocupado por cosas suyas.

Irónicamente, extraño como nunca un momento de soledad. Hoy, tengo mi computadora y el Internet que me acompañan, puedo moverme, estar, platicar, compartir… con amigos y familia sin importar en qué parte del mundo estén. Puedo navegar, investigar, jugar, leer, escribir… en fin, ocupar mi mente en aquello que me de la gana.

No sé, no tengo idea de si se sienten culpables, si ahora les da el remordimiento de los momentos en que me dejaron sola tantas tardes, si es que a su edad ya les hace otra falta la compañía. El tema es que no he tenido un momento para mí y lo peor es que cuando digo QUIERO ESTAR SOLA se sienten ofendidos.

Como diría Alanis Morrisette isn’t it ironic?

lunes, 13 de abril de 2009

ags - df en 5 hrs

6:00 pm me dejan en el aeropuerto… ¡para un día que se les ocurre salir temprano de la pista!

7:00 pm tras una hora sentada en una cafetería sin que ni un mesero me pele procedemos a la sala

8:00 pm nos avisan que, por el tráfico aéreo en la Ciudad de México, vamos a salir hasta las 9:00 pm

9:03 pm finalmente despegamos

9:15 pm nos ofrecen una cerveza que nos cae de maravilla, con unos cacahuates que suena como rebotan en el estómago vacío

9:30 pm nos avisa el capitán que, como sigue el tráfico aéreo, nos mantendrán en “posición de espera” unos 15 minutos sobre Querétaro, lo cual significa dar vueltas en el aire. Yo lo que pienso es que seguramente a esa altura andan mis chavos y que preferiría estar con ellos. Junto a mi una pareja derrama miel, que dan asco

9:35 pm me acomodo para dormir

9:45 pm empieza el brincoteo en el aire, un zoquete decide recargarse en mi asiento y me despierta

9:53 pm ¡ya vamos a aterrizar!

10:05 pm aterrizamos. De hecho me despertó el contacto con la tierra, me pasó lo de no querer aterrizar para seguir dormida

10:20 pm miento madres porque nos bajan en una terminal remota. Ahora además tengo que ir a buscar mi equipaje que la línea decidió que tenía que documentar. Pero la culpa es de ellos por mandarnos en aviones tan chiquitos

10:30 pm ya tengo mi maleta

10:35 pm abordó taxi rumbo al hogar

11:00 pm llego a casa

Mi viaje duró las 5:00 horas que hubiera durado por carretera pero sin la grata compañía y sin la felicidad de tomar el volante… de plano, ¡no lo vuelvo a hacer!

martes, 7 de abril de 2009

El Canal de Panamá

Hace no mucho, vi en el canal de National Geogrpahic (si, de repente lo veo y no sólo para ser parte de la estadística) un documental sobre el Canal de Panamá. Y quién soy yo para contradecir, criticar o validar lo que los renombraos investigadores de ese medio transmitan.

Simplemente una turista que tuvo oportunidad de conocer las entrañas del canal.

Sinceramente, no me gustó la forma como se refieren a esta obra de la ingeniería, haciéndola parecer como vieja y obsoleta.

Es cierto, que el principio básico de funcionamiento es el mismo dese su construcción en 1914, pero en lugar de que eso le reste valor, más bien me parece que refleja la genialidad de quienes los concibieron y crearon en aquel entonces.

Como decía al principio, tuve la maravillosa oportunidad no sólo de conocer el canal, sino de meterme hasta el cuarto de maquinas e incluso abrir (o cerrar) una esclusa. Acepto que mi visión puede no ser la más objetiva del mundo dado que iba acompañada por una celebridad panameña y como tales nos atendieron, digo no es cosa de que cualquier turista se ponga a jugar con las esclusas.


El Canal nació como una forma de unir a dos océanos, de ahorrar muchos días, incluso semanas, de viaje a buques de carga, con su correspondiente impacto en el mundo de los negocios y hoy del turismo. Es además el sello característico de un país que económicamente depende de él pero que tiene cientos de atractivos adicionales. Hoy, sigue siendo todo lo anterior, quizá con más fuerza que nunca.


Imagínense la impresión de ver venir un barco de 65,000 toneladas, con capacidad para cargar 4,000 contenedores. Es lo que se conoce como un Panamax, es decir el máximo volumen que puede atravesar el Canal. Por cierto eso lejos de ser una limitante, es un estándar de navegación mundial.

Bueno, pues es como ver venir un edificio entero sobre ti. Se mueve lentamente pero a paso firme (o a nado, quizá sería más exacto) y entra con milimétrica precisión en la esclusa. Se abren entonces las válvulas que dejarán pasar 101,000 metros cúbicos de agua para elevar o disminuir, según sea el sentido, la altura a la que navega el barco y poco a poco ves como ese monstruo de metal se levanta. Se abre la siguiente esclusa y buque avanza.
Suena de lo más básico, pero el principio es simplemente genial, además de que requiere de una coordinación perfecta entre las partes involucradas para abrir y cerrar cada compuerta en el momento preciso.


Claro que tampoco se trata de negar que el tráfico del Canal ha incrementado sustancialmente en los últimos años. Sería un poco necio quedarse con la idea de que así como está es suficiente, ante lo cual los panameños están trabajando ya en un tercer juego de esclusas el cual, si la memoria no me falla, duplicaría la capacidad de tránsito que hay hoy.


Ahora, la anécdota de nuestra visita.


Confieso que eso de atravesar el pequeño puente de la esclusa me ponía nerviosa. Nunca he dejado que mis múltiples temores me arruinen las aventuras, sin embargo lo veía, estrecho, largo de una altura considerable, mientras me convencía a mi misma de que serían unos segundos hasta estar a salvo al otro lado.

Empezamos a caminar por el reducido pasillo, no habíamos recorrido más que un par de metros cuando escuchamos una sirena y recibimos la instrucción de apresurarnos pues eso era señal de que la esclusa se empezaría a abrir.

Como en película sentimos como el piso comenzaba a moverse, avanzamos lo más aprisa que pudimos, cruzó la guía que encabezaba la formación, detrás la primera visitante, el segundo. Yo analizaba la distancia que había ya entre ambos extremos esperando que mi afición atlética de juventud no me quedara mal ahora. A mi derecha una caída de aproximadamente 20 metros hacia el lado de la esclusa que estaba semivacío. A mi izquierda un Panamax esperando para cruzar. El agua y su profundidad no eran problema (según yo), ¡lidiar con el barco si! Llegó mi turno de saltar y justo cuando lo iba a hacer veo a tremendo matalote (osea mi hermano) detenido justo en el otro extremo tomando fotos hacia el piso

¡QUITATE! Fue lo único que pude gritar. Una vez habiendo cruzado todos lo insulté como se merecía y su respuesta fue “estaba dejando evidencia de la distancia que tuvimos que librar”, claro nunca se le ocurrió pensar que esa distancia se podía acrecentar.

Después supimos que fue un “chascarrillo” de los operadores del Canal. Al vernos cruzar dejaron abrir un poco la esclusa deteniéndola cuando tenía apenas un metro cuando mucho.

Como recompensa nos pasearon por el cuarto de máquinas y nos dejaron operar las esclusas. Si, hoy se trata sólo de dar un par de clicks a un mouse, pero han de ver los nervios que se sienten al pensar que si aprietas el botón erróneo le das al traste al comercio internacional.

Así que, si un día tienen oportunidad, dense una vuelta por Panamá. Sin duda el Canal per se vale el viaje, pero el país tiene muchos otros atractivos de los que habrá otras oportunidades de hablar.

viernes, 27 de marzo de 2009

pagar la tenencia

Levante la mano al que le guste pagar impuestos… si bueno, lo supuse. A nadie.

En eso pensaba yo en estos días en que por todos lados escuchamos sobre las discusiones en torno a la posibilidad de eliminar el pago de la tenencia.

Desde luego, como a cualquiera, la idea de entrada me resultó atractiva. ¿Por qué pagar un impuesto adicional por algo que ya pagué? O que en la mayoría de los casos sigo pagando. Y luego que además no resulta nada barato.

Para mí, mi coche es uno de mis artículos consentidos. Entiendo que hay otros para quienes no es más que un mal necesario o ni eso. Pero entonces pienso que si a mí, que me gusta consentirla, tenerla limpia, con sus servicios en orden, etc. (en femenino porque es camioneta) me duele andar pagando tenencia, pues ya me imagino a todos esos que les vale sombrilla y los escucho claramente mentando madres año tras año.

De ahí que esa idea de “vamos a eliminar la tenencia” haya sido música para muchos oídos, pero ojalá fuera tan sencillo.

Por un lado está el tema de que es un impuesto mixto, osea que lo cobran los estados pero se distribuye entre ellos y la federación. Entonces eliminarlo es una decisión que debe ser cabildeada y negociada, pero entonces preséntenme a algún gobierno dispuesto a recibir menos recursos.

Ahora, más allá de si es justo o no, si los estados y la federación hacen buen uso de esos recursos, si la reforma fiscal debería implicar también abrir la base tributaria para cobrar impuestos más inteligentes, etc., algo que el contexto actual alertó un lado de cierta responsabilidad que yo no sabía que tenía.

Ya hablar del tema de la crisis es, como quien dice absurdo y redundante, osea todos sabemos que ahí está y que está pegando. Pero en ese contexto lo que necesita cualquier economía (como cualquier empresa) es flujo de recursos. Es decir dinero que vaya y venga, cobrar para poder invertir, porque la falta de liquidez acaba por darle al traste a todo.

Entonces, esa extraña y desconocida consciencia me dijo, éste sería el peor año para eliminar la tenencia. No digo que la vaya a pagar con gusto, pero creo que haríamos mucho más daño al país como conjunto si nos echamos para atrás. Sobre todo considerando que ya somos maestros en eso de la evasión fiscal.

Ni modo gente. Tanto nos quejamos de todo que ahora nos toca empujarle todos para salir adelante. Ya volviendo las cosas a la estabilidad nos peleamos con el Preciso por andar haciendo promesas en campaña.

domingo, 8 de marzo de 2009

el día internacional de la mujer

Pues resulta que hoy es el Día Internacional de la Mujer… me pregunto si me debería sentir orgullosa, honrada o caminar por la calle cual si flotara mirando a los hombres hacia abajo.

La verdad es que ninguna de las anteriores. A riesgo de que las feministas me agarren a golpes, patadas o por lo menos insultos, declaro que esto de tener el “Día Internacional de la Mujer” me parece algo así como dar atole con el dedo.

Me explico, si me dijeran que estoy ya resolvió los problemas de desigualdad, los abusos, las agresiones, etc. Entonces lo celebraría. Pero creo que eso no ha sucedido.

Luego vienen y me dicen que hemos logrado otros avances, por ejemplo las regulaciones que exigen dar un porcentaje a “minorías”, entre ellas las mujeres. Entonces las listas de candidatos de un partido político deben estar compuestas al menos en un 30% por mujeres. No nos engañemos, eso no es igualdad, ni equidad de género, ni reconocimiento a las capacidades, ni ganar espacios. Es, una vez más, un paliativo.

A mí no me interesa, ni me satisface, que me den un lugar por la mera casualidad genética de ser mujer. Eso no me hace más o menos capaz que un hombre y me parece que eso de poner a alguien por un asunto de género dejando fuera a alguien con el talento y conocimiento necesario es darle en la torre a nuestras instituciones.

De hecho, una vez me ofrecieron ser candidata a diputada, porque claro necesitaban mujeres para rellenar la lista. Por un minuto me visualicé sentada en una curul y ¡me dio terror! Creo que sería una de las peores diputadas de esta ciudad y miren que hemos tenido malos legisladores.

Me parece también un poco fuera de lugar llamar “minoría” a un grupo que conforma el 50.9% de la población, es una bonita forma de hacernos menos.

Creo que ya quedó relativamente claro que no soy feminista. De hecho me molestan sobre manera las personas que creen que merecen distinciones, favores y caravanas por un asunto de cromosomas, que gritan por la vida que quieren igualdad, que se ofenden si les abren la puerta del coche o les ceden el asiento. Pero su concepto de “igualdad” significa yo soy mejor y merezco más.

No señores, a mi me gusta que me consientan y me traten bien, que me inviten a comer y me regalen flores. Lo cual no me impide de vez en cuando tener detalles con mis amigos, incluso de pronto hasta pagar la cuenta. Tengo cambios de humor propios del género y hay días que no me aguanto o me dan ganas de llorar, ante lo cual ando cual gatito buscando cariños y abrazos, cosa que no sé por qué me haría menos.

Disfruto muchísimo actividades “de hombres” como el futbol soccer (verlo y jugarlo), el americano (que nunca jugué porque alguien decretó que no era para niñas), pasar fines de semana completos en autódromos entre coches y mecánicos. Y saben qué, tampoco me siento menos femenina por ello.

No me considero mejor ni peor que “los hombres” en general. Conozco personas de ambos géneros brillantes y otros que creo que se equivocaron de especie. Pero la inteligencia y la estupidez me parecen por igual propias del ser humano, sin importar si es hombre, mujer o quimera.

Hay sólo dos cosas que me queda claro son prerrogativas de las mujeres:
  1. Parir (cosa que no he hecho y me da terror)
  2. Por supuesto, lucir una falda muy corta

jueves, 26 de febrero de 2009

de viajes

Según yo había viajado sola infinidad de veces, ahora me doy cuenta que así, sola sola del todo pues no.

A veces hacemos viajes de trabajo, en los que tal vez el traslado y la habitación no los compartimos con nadie, pero las comidas, las reuniones y el resto del día estamos con alguien más. Además nuestra mente suele estar ocupada en cuestiones laborales como la reunión que tendremos, la presentación que hay que hacer o el discurso que ensayar.

De todo eso me di cuenta cuando por primera vez hice un viaje sin más compañía que mi iPOD, mi laptop, un par de libros y desde luego mi fiel corcel (osea mi auto).

Sin duda, un viaje de estos te da mucho tiempo para pensar. ¿En qué? Bueno, se los cuento cuando vuelva. Por ahora llevo casi 12 horas a solas conmigo misma y todavía me caigo bien.

Espero que, además de tomar un poco de sol, hacer algo de ejercicio y descansar, este tiempo contribuya con mi proceso creativo y redunde en un par de publicaciones menos espaciadas en el tiempo.

Por lo demás, me convenzo de que esto de estar solo, pensar, reflexionar, pelearse con uno mismo, cuestionarse, felicitarse, reírse (deberían ver la cara con la que me ven los demás cuando suelto una carcajada así de la nada, producto de un buen chiste que me conté) es un ejercicio de lo más sano que cualquiera, al menos una vez en la vida, debería realizar.

domingo, 15 de febrero de 2009

ir al súper

Cuando era estudiante universitaria, una vez nos dejaron de tarea ir a un sitio público (llámese restaurante, cafetería, centro comercial o lo que sea) y elegir al azar una pareja o grupo de personas e inventar su historia.

Me gustó tanto el ejercicio que confieso que lo agarré de costumbre. Así de pronto me encuentro comiendo, en el club o hasta en la iglesia (de esas raras veces que me meto) creando historias de los personajes a mi alrededor.

Pero mi favorito es en el súper. Ir viendo los carritos de compra, observando a las personas y adivinando qué hay detrás.

Están por ejemplo las parejas que van juntos pero separados, osea ella empujando el carrito y llenándolo de cosas, él un par de metros adelante y con cara de fastidio. Generalmente estas parejas llevan el carro rebosando, con todo tipo de viandas, desde carne congelada, frutas y verduras, cereales, yogurt, hasta cierto tipo de antojos como danoninos, peperamis, gansitos y demás. El diagnóstico es que es un matrimonio ya con sus buenos 10 años de casados, dos o tres hijos que empiezan a entrar en la adolescencia y a los que hacen esfuerzos por educar en sus hábitos alimenticios pero les cumplen sus antojos insalubres.

Luego están las parejas jóvenes, que cada pasillo se besan y apapachan. El carrito suele llevar cosas de lo más dispares. Como 7 litros de leche, 2 manzanas, 1kg de jamón y otro de queso, un paquete de 4 rollos de papel de baño, tres presentaciones diferentes de maestro limpio y tal vez algo como cervezas o un par de botellas de vino. Estos son los recién casados, para quienes todavía es una aventura emocionante ir juntos al súper pero que todavía no tienen la menor idea de qué comprar. Entonces el jamón y el queso se vuelven verdes y el papel de baño no dura ni una semana.

Andan por ahí mujeres que van a velocidad récord, bueno a veces también hombres, parece que se saben los pasillos de memoria y casi sin mirar van arrojando productos, generalmente uno de cada uno. Suelen incluir alimentos procesados (como sopas enlatadas, pastas precocidas, verduras congeladas). Este es el grupo de los solteros, de ahí que lo de hacer compras para el hogar sea un mero trámite.

Otro grupo, al que confieso que pertenezco, son los que parecen turistas en el súper, recorriendo pasillo por pasillo, mirando cada cosa con todo detalle y cuidado. En sus carros se suelen encontrar cosas como manteles, trapos, vajillas, adornos y a veces hasta cosas como calcetines, playeras, pijamas… es decir todo eso que no parece ser necesario pero ahí andaba en el camino. Al final (y lo digo con conocimiento de causa) llegas a casa para darte cuenta de que compraste cualquier cantidad de cosas inútiles, pero bien bonitas y olvidaste algo fundamental. Como el agua, la leche o el detergente para trastes… si también he llegado a olvidar comprar papel de baño.

Finalmente, mi grupo favorito. La pareja de “llenitos” (por no decir francamente gordos) que van enfundados en su pants de carísima marca, súper coordinados, con tenis haciendo juego y todos los productos de los que atascan su carrito son light: quesos, leche, yogurt, bebidas, desde luego pechuga de pavo baja en sales, toda suerte de vegetales y ahora, hasta pan light! Son esos los convencidos de que las dietas que vienen en las cajas de cereal son milagrosas y que basta con leerlas y consumir productos reducidos para conservar la línea… bueno ¡al menos la curva!

Así que ahí les dejo. La próxima vez que vayan al súper echen un ojo a ver que compran los demás. Verán que la espera en las filas se hace más amena.

Y ustedes ¿qué compran?

lunes, 19 de enero de 2009

esperanzas exacerbadas

Si me preguntaran cual fue el peor error cometido por Vicente Fox, diría que fue generar demasiadas expectativas en la gente, mucho más de lo que podía cumplir.

Miren que nuestro ex Presidente nos regaló un enorme catálogo de metidas de pata para elegir, pero desde mi punto de vista todo viene desde el principio. Así nada más de botepronto algunas promesas que hizo en campaña:

  • Solucionar el conflicto chiapaneco en 15 minutos (sólo que no dijo a partir de cuándo)
  • Crecimiento de la economía del 7% (pero sin decir cómo le iba a hacer)
  • Microchangarrizar al país (al fin, la solución a la economía nacional es que cada quien abra un negocio en su propio garaje)

El resultado fue que todo mundo (al menos la gran mayoría que votó por el PAN) tenía la infundada esperanza de que en sólo unos meses los problemas del país estarían resueltos, porque ese señor de las bototas y los bigototes así lo había prometido.

No sé si el gran fracaso de Fox fue en efecto tan grande o es una cuestión de percepciones, esperábamos tanto de él que la decepción fue proporcional a esas esperanzas.

Hoy, creo que el mundo está en una situación similar con la llegada al poder de Barack Obama en Estados Unidos. Claro que acá más gente está pendiente por la evidente influencia que lo que el pasa a ese país tiene en el resto del globo terráqueo. Si alguien lo duda que vea la situación financiera mundial.

Antes de que empiecen a sonar gritos desesperados, aclaro que ni en mis peores momentos de inconsciencia compararía políticamente a Obama con Fox, pero sí el contexto en el que llega, como esa figura casi iluminada que terminará con los problemas económicos, políticos y sociales que aquejan a la nación más poderosa del mundo (y de rebote a todos los que quedamos cerca).

He visto discursos de Obama, he leído mucho sobre él, confieso que el tipo me convenció desde hace mucho y hasta a mi me tranquilizó con su famoso “change!” (que me parece que tiene más contenido y fuerza que el famoso “hoy, hoy, hoy”).

Lo que me preocupa es que el pueblo estadounidense e incluso otros países, piensen que todo se resolverá como por arte de magia el 20 de enero de 2009. Seamos honestos, eso no sucederá, es más dudo que las cosas se arreglen en los próximos 6, 12 ó hasta 18 meses.

Lo que hay que tener es paciencia, dejarlo trabajar, que haga las cosas como se debe y que cada quien se ponga a hacer lo que le corresponde, por trascendental o sencillo que parezca.

Y en unos meses veremos, si había razones para creerlo o el mundo fue víctima de esperanzas exacerbadas.

miércoles, 14 de enero de 2009

a las patadas

Soy futbolera de corazón. Entre mis mejores recuerdos están las visitas al Estadio de CU con mi papá. México ’86 fue uno de los primeros grandes acontecimientos que marcaron mi infancia.

Bueno, mi afición llega al grado de llorar cuando mi equipo pierde en la liguilla, tener balones de futbol en todas sus presentaciones, por toda mi casa, coleccionar los uniformes más inverosímiles y ver los partidos más inesperados.

Contrario a lo que pensaran, no soy muy aficionada a las películas u otro tipo de producciones que agarran como tema central el futbol, será porque en términos generales hacen unas cosas terribles, previsibles, aburridas, que nada tienen que ver con la realidad.

Pero bueno, igual me dejé llevar por la ola de comentarios y accedí a ver Rudo y Cursi, con todo y que tenía los ingredientes perfectos para ser buenísima o, absolutamente al contrario, ser la cosa más plástica y artificial producida por “las grandes estrellas del cine mexicano”.

Me podría clavar en el análisis cinematográfico profundo y seguro la mayoría de ustedes tendrá un conocimiento mucho más amplio que yo. Si los personajes están bien logrados, si la fotografía, si la musicalización produce los sentimientos esperados en el espectador y un largo etcétera.

Todo eso, en pocas palabras, me gustó… en realidad me gusto mucho.

Pero lo que me encantó y, entre risas y pasitos duranguenses me puso a pensar, fue esa forma de retratar el futbol mexicano. Habrá quien piense que es una caricatura, que está terriblemente exagerado, que son ganas de hacer quedar mal al deporte más popular de este país.

Lo aterrador del asunto es que no es nada de lo anterior. Es triste y preocupante pensar en la cantidad de futbolistas en México que pasan por historias similares. Que son grandes talentos descubiertos por un vividor con los contactos adecuados, que no tienen idea de qué pueden exigir o cuáles son sus derechos, que de pronto empiezan a ganar cantidades de dinero que nunca se imaginaron y que no saben cómo administrar, mucho menos cómo crear un patrimonio, que por lo mismo se vuelven presas fáciles de abusivos, gandallas, lagartonas, rémoras y todo tipo de especies.

Tal vez como consecuencia de lo anterior tampoco es extraño que caigan en prácticas poco recomendables como apuestas, juegos de azar y malas compañías.

Al final vivimos en un país donde el futbol es lo más importante, pero el futbolista es lo menos. No sé de un club de primera división que se ocupe de capacitar a sus jugadores en temas como digamos finanzas personales, inteligencia emocional, planeación, etc. Temas que al final afectan a la vida de cualquiera, sobre todo cuando es una figura pública.

La realidad es que pocos de los jugadores que llegan a la primera división lo hacen con una carrera universitaria, hay casos en que ni siquiera cuentan con una educación formal, ¿sería mucho pedir que esas directivas que se hacen millonarios con estas “estrellas” se preocuparan algo por ellos?

Y bueno, el día que quisieron organizarse como gremio, todos sabemos a dónde fueron a parar.

Ahora que si creen que esto hace que me guste menos el futbol… pues no, en realidad me hace admirar más a los futbolistas y respetar esos 90 minutos que salen y se mueren en la cancha… y ojo que dije que se mueren en la cancha… porque las divas esas que ni se despeinan o ven una concentración de selección nacional como la oportunidad de conocer el mundo… bueno esas son harina de otro costal.

lunes, 5 de enero de 2009

el primer año del resto de nuestras vidas…

o al menos de la mía

Si, es plagio del título de una película, una que a mí siempre me ha hecho reír, llorar y pensar en mil cosas.

Hacía muchos años que no me ponía a evaluar lo que deja el año que se va. Generalmente llego a estas fechas con nostalgia, a veces inexplicable, en el estira y afloja de los planes y las negociaciones de a quién se le da gusto.

He pasado años en los que agradezco especialmente que terminen porque de plano nos fue para llorar, como aquel en el que pasé por el hospital y me quedé sin chamba, o cuando nos reventamos cuatro funerales y una boda (si, nos equivocamos de película). Creo que es más fácil reconocer lo malo que nos pasa, que lo bueno.

Así que este año de pronto me puse a recapitular. Quizá influyó una celebración anticipada, con una familia que no es familia pero que se siente como tal. Probablemente fue el tener mucho tiempo para pensar o yo no sé qué… pero llegué a la conclusión de que el 2008 fue uno de los mejores años de mi vida.

  • Viajé como loca, por casi todo el país y algunos, nada despreciables, destinos internacionales. Hice el mejor viaje de mi vida con mi papá… de esos que no hay forma de olvidar, ni de borrar.
  • Fui testigo de la transformación, renovación y rejuvenecimiento de mi hermano. Irónicamente vive más lejos de mi que nunca, pero estamos más cerca que siempre!!! Hablamos, platicamos, compartimos cosas, nos reímos, viajamos… en fin
  • Empecé a escribir… bueno heme aquí no?? Ahora es cosa de disciplinarse, pero ahí la voy llevando.
  • Recuperé amistades que hacía muchísimos años se habían alejado, porque decir que las había perdido sería más bien inexacto.
  • Hice nuevas amistades que se metieron a lo más recóndito de mis sentimientos, ahí donde una vez dije que no volvía a recibir a nadie… se colaron, se instalaron y me recordaron que vale la pena querer a la gente y dejarse querer por ella.
  • Enfrenté retos laborales que no me imaginaba, pero que me llenaron de satisfacciones. Claro que hubo sus dosis de frustración, pero aún en los peores momentos, algo había que hacía que todo valiera la pena.

Sobre todo hubo una cosa que me cambió la vida, que se convirtió en una de las mejores y más importantes cosas que he hecho y que confío en que lo sea por muchos años más.

Mirando un poco al pasado… siempre quise dedicarme a algo que se relacionara con los deportes. No olvido, confieso que con cierto rencor, cuando alguien me dijo “ahí no tienes futuro”. Hace dos años, cuando vi la oportunidad cerca y se me fue de las manos, lo empecé a creer.

Irónicamente, ahí mismo se empezó a gestar el gran proyecto.

A principios del 2008 recibí la noticia, el proyecto está aceptado… es un hecho, debutamos en las pistas. Ellos como dueños de un equipo y yo como su PR.

De inicio la emoción era meterme hasta el fondo a la vida deportiva… a un deporte que nadie se hubiera esperado pero que en realidad me había gustado siempre. Lo que nunca imaginé fue que además se gestaría una amistad más tirándole a hermandad.

Tropiezos hubo muchos, momentos de frustración y desesperación, ganas de tirar la toalla, cansancio, enojos, malentendidos… bueno, todo lo que siempre hay en una familia relativamente normal.

Para no hacer el cuento largo, en el último momento me di cuenta… no trabajé para un equipo, me volví parte del equipo.

Hice muchos amigos, unos pocos en particular por los que daría la vida y que hoy tengo la certeza de que la darían por mí… aunque nunca lo digan y muy rara vez lo demuestren.

Sé que cuando tuve la oportunidad no lo dije… no pude… pero a ellos mi eterno agradecimiento. Por dejarme ser testigo presencial de su sueño, por dejarme compartirlo, por dejarme ser parte de él.

Terminé el año con una resaca de tren, pero con el corazón bien llenito de cariños y amistades, de esas que no hay forma de agradecer.

Así que en honor a un año de lo más significativo en mi vida arrancó esta nueva aventura. Una de la que tenía ganas hacía tiempo pero que se había postergado.

A ver a dónde nos lleva.

domingo, 4 de enero de 2009

el inicio

Que por qué bautizarlo así. Bueno… cierto genio, uno de mis gurús, se refiere a alguien como quien “siempre tuvo la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta”.

Si me preguntan, me parece la forma ideal de enfrentar casi cualquier situación en la vida: dignidad, facilidad de palabra y, por qué no, una buena falda que… bueno, es uno de esos gustos que vienen con esa casualidad de ser mujer.

Así que aquí está… un espacio donde se ve la vida sin un orden lógico, sin una temática definida, ahí nada más como va sucediendo, desde una falda corta y un par de tacones altos, aunque algunos ¡no se lo puedan ni imaginar!